jueves, 15 de noviembre de 2012

Si no tuvieras miedo ¿qué harías?

Vivimos en un momento de nuestras vidas donde el miedo campa por doquier. Miedo a perder el trabajo, miedo a perder la casa, miedo a descubrir que una mañana ya no tienes derecho a tu sanidad pública, miedo a participar en una manifestación, a ser agredido, miedo al futuro.

El miedo es una emoción primaria que manifestamos todos los animales, racionales o no, ante un riesgo o amenaza y esto no es malo sino todo lo contrario, nos mantiene alerta. Cuando nuestros miedos se mantienen durante un cierto tiempo sin resolver pueden provocar estados de estrés, angustia y cambios fisiológicos como aumento de la presión arterial, aumenta la glucosa en sangre, el sistema inmunitario se detiene, la sangre fluye a los músculos mayores de las extremidades inferiores, preparándolos para la huída, el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células, especialmente adrenalina.

Y ahora, en estos momentos que nos tocan vivir, en este contexto económico, social, laboral y de reducción/eliminación  de derechos ¿ quién es el principal transmisor de los miedos a la población? Sin lugar a dudas, los medios de comunicación de masas, obedientes como canes a sus amos.

Las cifras machaconas del paro que nos hacen sentir inseguros sin que se ofrezca ninguna puesta en marcha de alternativas reales al problema, nos paraliza; las miles de familias expulsadas de sus hogares por impagos, las agresiones a la población civil por algunos agentes de las fuerzas de seguridad vistas mil veces en televisión y las redes sociales, nos hacen sentir tal miedo que no nos deja ver a menudo con claridad, nuestra posición en la sociedad.

Están utilizando el miedo como arma de dominación política y control social y es algo que debemos romper. Ayer 14 de noviembre fue un ejemplo.

No debemos permitir que nos paralicen con el miedo. Busquemos grupos de afinidad, asociaciones, colectivos donde exponer nuestras preocupaciones, problemas, necesidades, miedos. Solicitemos ayuda con dignidad, sin sentirnos menos persona por ello. Juntos podemos construir más de lo que podemos imaginar, mucho más, tan sólo debemos creerlo y poner manos a la obra y disipar los miedos hombro con hombro.

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